La Batalla.
La Batalla de Zaragoza, también conocida como Batalla del Monte Torrero, tuvo lugar el 20 de Agosto de 1710. Las tropas borbónicas, en retirada de Cataluña, acamparon junto a la capital aragonesa a fin de reorganizarse. El Marqués de Bay, recién estrenado su mando, fue informado de que no existía ningún vado que permitiera cruzar el Ebro a las tropas austracistas. Sin embargo, éstas consiguieron atravesar el río con la ayuda de los lugareños y se aprestaron a formar en batalla a lo largo del día 19. Los borbónicos hicieron lo propio y al día siguiente, al amanecer, abrieron fuego los cañones. Felipe de Anjou contaba con 20.000 hombres y Carlos de Habsburgo con 25.000 efectivos. |
Una de las singularidades de esta batalla es que ambos pretendientes estuvieron presentes en la misma y aunque no participaron directamente en la confrontación, su integridad se vio comprometida por la proximidad de la acción. También es significativa la pluralidad de procedencias de las tropas participantes en el enfrentamiento. Entre las borbónicas: soldados españoles (tanto de la Corona de Castilla como de la Corona de Aragón), franceses, valones, italianos e irlandeses. En el bando austracista: españoles (también de ambas coronas), ingleses, alemanes, austríacos, portugueses, holandeses y franceses (hugonotes).
El ala derecha del ejército borbónico estaba bajo el mando del Teniente-General José Acroy, Duque de Havré, y los Generales Mahoni y Amézaga, con tropas españolas e irlandesas, y fiaba su fuerza a la caballería española. Para contrarrestarla, el Mariscal Starhemberg situó en su ala izquierda tropas españolas, holandesas y portuguesas con el Teniente-General Stanhope al frente de la caballería, y el General Conde Belcastel al frente de la infantería. El ala izquierda del ejército borbónico estaba comandada por el General José de Armendáriz y el Príncipe Tserclaes-Tilly, con tropas españolas, francesas y valonas. Frente a ellos, en la derecha de los aliados se situaba el Teniente-General Barón Wetzel y el General Conde de la Atalaya, con tropas inglesas y austríacas. El centro borbónico estaba bajo el mando del Marqués de Bay y el Teniente General Sello con tropas españolas, francesas e italianas. Frente a ellos, el centro aliado era comandado por el Mariscal Starhemberg y sus tropas alemanas.
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El juego de la artillería comenzó al despuntar el día y a media mañana, las tropas aliadas iniciaron el avance. Bacallar, Castellví y Boyer ofrecen distintas versiones de lo ocurrido durante la batalla pero podría deducirse que se desarrolló del siguiente modo: el flanco izquierdo aliado tomó la iniciativa y mientras ambas caballerías chocaban sin un resultado claro, la infantería austracista terminó por imponerse. En el flanco derecho, la caballería borbónica puso en fuga a la aliada, abandonando el campo en su persecución. Ello permitió que la infantería austracista se reorganizara y contraatacara, ganando el campo al enemigo con gran esfuerzo. Por último, la infantería alemana se aprovechó de la ventaja del terreno cuando el centro borbónico –animado por las evoluciones de su caballería– le salió al encuentro. No obstante, no pudo sostener el choque y, amenazado de flanqueo, se batió en retirada arrastrando al resto de las tropas de Felipe de Anjou.
Contra las 2.000 bajas del ejército aliado, las pérdidas borbónicas se cifraron en 4.000 hombres, a los que se sumaban 6.000 más entre heridos y prisioneros. Los austracistas tomaron al enemigo 22 cañones y más de 70 banderas y estandartes.